Mayo 27

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad. Jn 16: 13.

Cuando venga el Espíritu Santo iluminará sus corazones para que entiendan la verdad, y les recordará todas las cosas. Pero nuestros doctores y estudiosos han hecho uso de estas palabras de una manera frívola, diciendo que es necesario tener algo más que las Escrituras, que también se debe oír lo que decretan los concilios y las autoridades eclesiásticas. Se animan a probarlo de esta manera: Como Cristo dice que no les ha dicho todas las cosas, por eso los concilios, los papas y los obispos nos deben guiar. Pero fíjate en estos estúpidos y en lo que dicen. ¿A quién está hablando Cristo? Sin duda, a los apóstoles. Por eso, si Cristo no miente, su palabra tuvo que haberse cumplido en el tiempo de la venida del Espíritu Santo. El Espíritu Santo debe haber dicho a los apóstoles todas las cosas y debe haber cumplido con todo aquello a lo que se refiere el Señor y, por supuesto, debe haberlos guiado con toda la verdad. Cristo da a entender aquí que pronto el Espíritu Santo les dirá y explicará todas las cosas; después los apóstoles tendrán que llevar lo que conocen para que, a través de ellos, el mundo también conozca lo que ellos aprendieron del Espíritu Santo. Pero, de acuerdo a los concilios y papas, esto depende de lo que ellos digan, enseñen y ordenen, incluso hasta el mismo fin del mundo.

Si aquello que enseñan los concilios es la verdad, y uno debe llevar la tonsura y la gorra, y vivir una vida en celibato, entonces los apóstoles jamás llegaron a la verdad porque, ninguno de ellos entró jamás en un claustro ni guardó ninguna de estas tontas leyes. En realidad, Cristo debe habernos tenido en cuenta también a nosotros cuando dijo que el Espíritu Santo os guiará a toda la verdad, cuando lo que desea enseñarnos es cómo hemos de ser sacerdotes y monjes y no comer carne en ciertos días y semejantes cosas tontas. Escuchar esto es exasperante y debe atribular nuestros corazones al ver cuán vergonzosamente la gente actúa en contra de la preciosa palabra de Dios y ponen como mentiroso al Espíritu Santo. ¿No es, acaso, este pasaje lo suficientemente poderoso, aunque no tuviéramos otro en las Escrituras?

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